Durante mis casi tres años de trabajar en la Ciudad de Guatemala, aprendí y crecí como persona, y como profesional. ¿Cómo?
- Tuve dos mentores que me ayudaron en maneras importantes, pero distintas. Una era la Coordinadora de Básicos, quien me ayudó en cuanto a aprender y utilizar mejores prácticas en el campo de educación. Ella tiene más de 20 años de experiencia dando clases en primaria y secundaria, y me ayudó a ver las observaciones en mi clase como oportunidad de aprender algo nuevo de mi, de mis alumnos, y de ser maestra. Siempre me dio seguimiento con técnicas y estrategias específicas que podía usar el día siguiente. Mi jefa de área me dio buenos consejos en cuanto a la materia y cómo impartir mis clases de forma más dinámica y más relevante.
- Variar tipos de tareas y proyectos en clase me ayuda como maestra a ver en qué mis alumnos necesitan más ayuda o en qué tienen dificultades. Diferentes tipos de evaluación me brindan mejor información sobre ellos y cómo aprenden y en qué no les está yendo bien. Me ayuda planificar mejor para suplir todas las necesidades de mis alumnos.
- Ser bilingüe tiene muchas ventajas. Trabajando en un colegio bilingüe en que mis alumnos hablan un inglés tan bien como su español no garantiza que sus padres son así de pilas. Sin embargo, valoro mucho y admiro a esos padres que no saben otro idioma, pero sí ven el valor de una educación de calidad que les da a sus hijos las mejores oportunidades. A mí me ayudó bastante hablar los dos idiomas al momento de reunirme con papás y mamás. Se sienten más cómodos y más en confianza para poder entablar una conversación sobre su hijo o hija y cómo podemos trabajar juntos para que sea exitosa o exitoso. Siempre es importante buscar entender y escuchar a la otra persona para fomentar esa comunicación abierta y honesta.